Los adultos españoles trabajamos una media de 11 horas al día, pasando la mayor parte del tiempo sentados frente al ordenador o realizando importantes esfuerzos físicos en el caso de aquellos trabajos que lo requieren. Y es que, cuando una rutina nos resulta exhaustiva centramos nuestra energía en conseguir acabar el día, adquiriendo hábitos que pueden perjudicar nuestra salud a corto y largo plazo.
Algunos de los comportamientos que adquirimos y pueden dañar nuestra salud son provocados por la adquisición y normalización de una mala postura, con la que castigamos nuestro cuerpo durante más de la mitad del día, cada día.
Muchos especialistas, como readaptadores deportivos, quiromasajistas o fisioterapeutas, tratan de concienciar a sus pacientes sobre la relevancia que tiene la higiene postural. Así pues, este concepto se refiere al conjunto de consejos que tiene por objetivo convivir con una correcta posición del cuerpo, ya sea quieto o en movimiento, con tal de evitar lesiones o dolores crónicos, los cuales, son cada vez más comunes pero ignorados por el conjunto de nuestra sociedad. Una postura correcta, es por lo tanto, aquella que no altera el ritmo o equilibrio de nuestro cuerpo y que permite una movilidad indolora.
Al ignorar esta realidad, podemos incurrir en numerosas consecuencias:
Postura de cabeza adelantada. La mayor parte del tiempo, sobre todo cuando estamos frente a pantallas o reclinados fijando la mirada en algún dispositivo electrónico, tendemos a encorvar la cabeza hacia delante. Cuando esto ocurre, el peso de nuestro cráneo tira de las cervicales ocasionando que estas realicen un sobreesfuerzo y produciendo a la vez una excesiva tensión muscular. Cuando además, adquirimos esta postura por un largo período de tiempo las consecuencias se acentúan, teniendo que recurrir en ocasiones a analgésicos para paliar el dolor crónico.
Las contracturas y los calambres son la forma que tiene nuestro cuerpo de advertirnos de que está sufriendo una mala postura durante un período de tiempo prolongado. Las contracturas por su parte, pueden aparecer cuando hemos cargado excesivo peso en una zona durante un período largo de tiempo. Muchas veces, además, recurrimos a los analgésicos para disminuir este tipo de dolor sin saber que con este hábito podemos convertirlas en crónicas.
Una recomendación, por parte de los expertos suele ser realizar algún tipo de estiramiento cada cierto tiempo cuando tenemos una rutina que nos exige estar varias horas sentado.
Los discos invertebrales son las “almohadillas” que si sitúan entre las vértebras de nuestra columna y que amortiguan el movimiento de las mismas. Su desgaste es inevitable, sin embargo, una mala postura puede acelerarlo e incrementarlo por encima de “lo normal”, ocasionando dolores crónicos, así como una pérdida de la flexibilidad y el movimiento.
Del mismo modo que ocurre con los discos invertebrales, nuestras articulaciones se ven mermadas al sufrir un exceso de carga en algunos puntos. El desgaste de músculos y huesos que se produce por esto puede ser irreversible de no ser atendido.
Cuando pretendemos relajarnos, tendemos a encorvar nuestros hombros hacia delante, muchas veces, adquiriendo esta postura incluso como habitual. Este encorvamiento provoca una tensión muscular que puede pasar inadvertida pero que inmoviliza el diafragma. Así se produce una dificultad en el paso del aire hacia los pulmones, lo que complica que el oxígeno llegue a nuestras células de forma adecuada.
La posición de nuestro tubo digestivo depende en gran medida de la postura de nuestra columna vertebral. Cuando nos encorvamos hacia delante, el espacio del que disponen nuestros órganos internos situados en esta zona se reduce, lo que dificulta que realicen su función correctamente. Esto impide que la digestión se realice de forma correcta, al contrario de lo que ocurriría si estuviésemos erguidos, provocando algunos trastornos digestivos como la acidez.
Mantenerse activo, realizar ejercicio como hábito al menos tres veces por semana, levantarse para realizar estiramientos cuando vamos a pasar largos períodos sentados, mantener una postura de 90º en la silla, pueden ser algunos de los simples hábitos que nos ayuden a evitar este tipo de molestias negativas para nuestra salud. Asimismo, es recomendable acudir a profesionales como adaptadores, quiromasajistas o fisioterapeutas, que contarán con las herramientas adecuadas para identificar nuestro problema, prevenirlo y atenuarlo.