Fracasados, enhorabuena

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Tenemos un problema. No estamos dispuestos a fracasar, y cuando no estamos dispuestos a fracasar renunciamos a la vez a alcanzar el éxito.

La inacción es la no-estrategia de las personas vacías

Normalmente, tendemos a quitarle el mérito al fracaso. Pensamos que es un concepto vacío y llamamos fracasados a aquellos que no han logrado lo más mínimo en su vida. Estamos equivocados.

No conseguir nada significa no haber intentado nada, porque ante cualquier esfuerzo siempre habrá algo que hayamos podido obtener después, aunque solo sea la experiencia, que por cierto, tiene un valor incalculable.

No plantearse ninguna meta no es de ser un fracasado, significa vivir en un estado de inacción. Sin sueños, sin herramientas para avanzar, sin ganas de plantearse un futuro.

Vivir en este estado de apatía es lo que mal-llamamos “fracaso”, pero en realidad es simplemente la extrema dejadez que carece de ningún mérito. Vamos a ser claros, cualquiera puede ser nada, no hace falta ni proponérselo, de hecho, esa es la clave. Renunciar a tener metas es por lo tanto, lo que hacen los cobardes o los vagos.

Fracasar es un acto de valor

Fracasar es otra cosa. Fallar tiene un valor, un mérito. Fracasar implica haberse marcado unos objetivos y haber trabajado por conseguirlos. Es haber luchado de alguna forma por lo que en ese momento hemos considerado conveniente, utilizando de lo mejor manera posible nuestras herramientas, nuestros recursos.

Vamos a planteárnoslo de otra forma, quien falla una vez es porque ha tenido el valor suficiente como para intentarlo, y quien falla dos, es porque está desarrollando algo que es imparable: determinación y fuerza interna. Dos cualidades capaces de llevar a cualquier persona donde se proponga, tarde lo que tarde.

«No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos» – Thomas Alva Edison

Thomas Alva Edison llegó a desarrollar más de 300 teorías y  llevó a cabo 1.000 intentos hasta conseguir inventar la bombilla. Walt Disney fue despedido del periódico “Kansas City Stars” porque según el editor del mismo, no tenía ideas ni tampoco imaginación. Steve Jobs fue despedido por la junta directiva de Apple, que no estaba de acuerdo con su visión del negocio, demasiado distinto al modus operandi de la competencia, lo que posteriormente se convirtió en el motivo de éxito de Apple.

Bill Gates, fundador de Microsoft; J.K Rowling escritora de la saga de Harry Potter; Anna Wintour, editora de la revista Vogue;  Steven Spielberg, director de algunas de las películas más exitosas; Van Gogh, pintor postimpresionista de renombre, etc. Todas estas y muchas más, personas cuyas ideas, visión o talento fueron rechazados por aquellos de su entorno; aquellos que vieron en ellos únicamente esto, fracaso. No supieron profundizar y darse cuenta de que delante de ellos yacía la mayor capacidad humana, la valentía.fracasar-esforzarse

Así que, vamos a pararnos a pensar un poco. ¿De verdad deberíamos avergonzarnos ante un fracaso? La respuesta es no. Tenemos que empezar a darnos cuenta de que fracasar es en realidad un valor; fracaso es sinónimo de experiencia y sobre todo, de valentía cuando por un intento fallido no renunciamos a lo que perseguimos.

Dejan escapar sus sueños las personas que sobredimensionan las dificultades, quienes las hacen más grandes de lo que son. Los que piensan que los impedimentos son frenos definitivos y tachan de imposible todo lo que llega lento.

Nada más lejos. Como hemos visto, incluso los que consideramos genios en la historia han tenido que pasar por el desánimo de no haber gozado de apoyo o reconocimiento durante mucho tiempo.

El orgullo de las cosas que han salido mal

Así que vamos a inventarnos una nueva forma de orgullo. Vamos a inventarnos el orgullo de las cosas que nos han salido mal. El haberlo intentado mil veces sin éxito persiguiendo llegar a ser aquello que queremos.

Vamos a empezar a estar orgullosos de tener sueños, de luchar por cumplirnos, de pasarlo mal, de volver a la carga, de cambiar la palabra renuncia por determinación, de actuar con fuerza y de estar decididos a conseguirlo.

Vamos a manifestar nuestro orgullo ante los que nos dicen que abandonemos nuestras ideas, que la forma en la que vemos el mundo no encaja y que invertir tiempo en fallar, es perderlo.

Vamos a empezar a valorar lo que hay detrás de los grandes éxitos, grandes fracasos. Personas a las que llamaron fracasados en algún momento aquellos que no supieron ver que con las piedras que les ponían en el camino, ellos, fracasados, iban construyendo los peldaños hacia su éxito personal.

Fracasa todo lo que puedas

Así que no renuncies ante las dificultades que han aparecido, ni desistas por los pensamientos que tachan de imposibles tus objetivos.

Ten un sueño, una meta, un horizonte hacia el que avanzar y dirígete como puedas hacia él. Corre hacia tus sueños o anda con pasos seguros, sigue el camino que consideres y rectifica la ruta cuando encuentres calles sin salida.

Decídete a intentarlo todas las veces que haga falta y aprende que si tienes un pálpito interior que te dice que eres bueno en algo, y ese pálpito no calla a pesar de lo que te digan las voces externas, seguramente, lo mejor que puedes hacer es escucharlo y acallar los comentarios ajenos.

María Monrabal Pacheco