¿Cómo dominar a tus antojos y vivir para contarlo?

cómo dominar tus antojos

¿Sabes cuál es el enemigo público número 1 de las dietas? Los antojos. Seguro que los has vivido, e incluso tal vez alguna dieta haya quedado en “intento de dieta” por su culpa. No obstante, eso acaba hoy, vamos a ver qué estrategias podemos utilizar para dominarlos.

Conoces perfectamente lo que es un antojo: ese deseo que te reconcome por dentro por un alimento.

Evidentemente ese alimento no es ni coliflor al microondas ni judías verdes hervidas, sino la explosión de sabores que surgen al comer alimentos procesados (bollería, rosquilletas, chocolate con leche…), ya que estos juegan un papel muy importante en nuestro “circuito de recompensa cerebral” (no puedo adentrarme en este tema, pero si te interesa puedes pinchar aquí).

Y como son el gran enemigo de las dietas, en este artículo te voy a enseñar a diferenciar entre los dos tipos de antojos que existen y a cómo dominarlos.

¿Empezamos?

Tipo de antojo 1: el diario

Este antojo es el más común. Aparece cuando llegas a casa después de trabajar y ves las galletas o cuando hace un rato que has comido y te apetece algo dulce. Se caracteriza por ser casi diario (o sin el “casi”) y difícil de controlar.

Además, es muy peligroso, ya que, cada vez que caes en la tentación (cada vez que vas al armario y te comes media galleta) la estás haciendo más fuerte. Es decir que, si hoy caes en la tención, mañana, esa tentación será más poderosa y difícil de resistir, así día a día, hasta que se vuelve incontrolable. Es así como empieza el bucle y las dietas acaban en desastre.

¿Cómo solucionarlo? Te dejo aquí 3 de los mejores trucos:

1. Controla tu pensamiento

Tu lo sabes y yo lo se: ¿qué es una de las cosas que más nos atraen? Lo prohibido. Lo sabe cualquier persona que tenga un hijo: si le prohíbes algo, lo primero que va a querer hacer es aquello que le acabas de prohibir. De adultos, en mayor o menor medida, somos iguales: las prohibiciones nos atraen.

Sabiendo esto, el truco consiste en saber cómo cambiar tu pensamiento para que no sea una prohibición. Es decir, debes cambiar la “prohibición” por una “razón”, explicarte por qué no debes comerla. Te lo explico con un ejemplo que seguro te suena:

Llegas a tu casa después de trabajar y sientes mucho cansancio. Abres la nevera para coger un plátano, cuando ¡anda! Tu mirada tropieza con la tableta de chocolate.

Ahora mismo, pensar: “No tengo que comerlo”, sería un error, porque es una prohibición. Cambia tu pensamiento y di: “Podría comerlo, pero prefiero no hacerlo porque va a ser un placer momentáneo que va a poner barreras en mi objetivo real y, después de comerlo voy a sentir remordimientos que me harán pasar una mala tarde. No quiero comerlo”.

¡Bum! Ya no es una prohibición, sino que es una razón que le das a tu cerebro para no hacerlo.

Entonces todo cambia.

2. Comprende lo que es un antojo

¿Un antojo es hambre? No, es deseo por un alimento. Repito: es deseo, un capricho. No es hambre real, sino hambre emocional. Tu cuerpo no quiere comer, y seguramente tampoco “necesite” comer.

Entonces, ¿de dónde demonios viene esa ansiedad por comer el maldito croissant? De tu cerebro. De tu cerebro ansioso de algo que le de placer.

Es decir, un antojo es solo una emoción más de tu cuerpo, no hay más misterio, siento decepcionarte. Explora esa sensación, no quieras reprimirla ni buscar apagarla como si fuese un fuego, sino limítate a sentirla. Es parte de la vida y de tu existencia. Si bien puede ser desagradable, es un fruto normal de tu cuerpo, así que intenta experimentarla desde la distancia.

3. Mueve el culo (ejercicio físico)

El ejercicio está siendo estudiando actualmente como herramienta preventiva de los trastornos mentales, teniendo un papel muy importante en la gestión del estrés, el tratamiento de la ansiedad o la toxicofilia.

Tal vez ahora mismo estés pensado… ¿Y qué tiene esto que ver con mi pérdida de peso y los antojos? Ahora viene.

Otra de las cosas tremendamente interesantes que puede hacer el ejercicio es regular nuestras hormonas, en este caso, aumentando la leptina y disminuyendo la grelina. ¿Qué significa esto? Que el ejercicio físico es capaz de disminuir el hambre y aumentar la saciedad.

¿Quieres que te lo deje aún más claro? No te preocupes: el ejercicio físico te quita el hambre y, por tanto, los antojos se van por donde han venido.

Y ¿hace falta entrenar muy duro para eliminar estos antojos? Pues curiosamente no, sesiones tranquilas de cardio o de fuerza ya tienen efectos en la regulación del hambre (perder peso ya el otra cosa).

¡Espera! Ya sabes muchas cosas sobre los antojos, pero no te vayas, aún nos queda el segundo tipo de antojo.

Tipo de antojo 2: el eventual

Como sabes, la vida no son todo blancos o negros, sino que es una escala de grises. Y las cosas (también los antojos) no son buenas o malas, sino que tienen su historia y hay que entenderla. Hablemos de los antojos eventuales, a los que no podríamos llamar “antojos buenos” pero si “antojos no-malos”.

Estos antojos se caracterizan por aparecer solo en fechas señaladas, por ejemplo: es Noche Buena y te apetece comer algún dulce, o es tu cumpleaños y te apetece un trozo de tarta.

La pregunta aquí sería ¿hay que tratar a estos antojos como si fuesen los anteriores? La respuesta abre un bonito y amplio debate, pero te lo resumo, la respuesta es no.

¿Pero ese trozo de tarta no podría acabar en un exceso de calorías? Si, pero hay que ser inteligentes y pensar en el largo plazo. Tal vez ese día no consiga “quemar” pero comiendo ese trocito de tarta en ese día tan especial hará que sienta tranquilidad, y me dará fuerzas para continuar en el plan dietético durante más tiempo.

La idea es caer en estos caprichos para darnos la oportunidad de saber cómo descansar mejor

(¡Pero ojo! Hay que descansar después de una temporada, tal cada 1 o 2 meses, no cada tres días)